LOS ESCRITOS MASÓNICOS DE KRAUSE
¿Qué interés llevó a Krause a
hacerse masón? ¿Qué interés lo llevó a entregarse a la investigación
histórica y a la reforma de la masonería? Se ha señalado la coincidencia de
Masonería e Ilustración en la defensa y propagación de los grandes ideales
humanistas de la época. Krause es un filósofo que ha barruntado que la
Hermandad masónica constituye la única institución histórica que tiene como
finalidad y razón de ser el cultivo en el hombre de su pura y completa
humanidad, a diferencia de otras instituciones muy buenas y necesarias, a
cuya cabeza van la Iglesia y el Estado, pero cuyas finalidades de formación
humana son sólo parciales.
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Karl Krause, iniciado en la logia
Arquímedes de los Tres Tableros el día 4 de abril de 1805 (Altenburg) |
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Krause sospechaba que “en los
Misterios de los antiguos y en la Hermandad masónica podrían encontrarse
comienzos (históricos) de aquella Asociación puramente humanística”. Así, en
1809 publica Cuatro discursos masónicos y en 1810 edita la traducción
alemana de la Historia de
la Masonería de Lawrie, con un
Prefacio y Comentarios suyos al texto, así como el primer tomo de su obra
monumental Los tres documentos mas antiguos de
la Hermandad masónica.
Ya en 1811, aparece la Interpretación
de los símbolos fundamentales de la masonería auténticamente transmitidos.
12 discursos en logia. En 1810
publica la Idea de la
Humanidad como un Todo Social. Para todos aquellos que participan en los
problemas más importantes de la Humanidad, especialmente para masones
y en 1811, el Diario de la vida de
la Humanidad
y la obra, tan importante para el Krausismo español, El ideal de la
humanidad. Un ensayo. Preferentemente para masones. En su obra Los
tres documentos más antiguos de la Hermandad masónica Krause pone ya
claramente los fundamentos de lo que podríamos denominar una «filosofía
masónica de la sociedad y de la historia». Pero su desarrollo lo realiza
sobre todo en dos obras que va escribiendo entre 1808 y 1811. Una de ellas,
que no llegó a terminar y de la que solo pudo publicar aproximadamente una
cuarta parte, tenía originariamente el significativo título: Informe
franco y verdadero sobre la esencia y la naturaleza de la masonería y de la
Hermandad masónica, y sobre su relación con el Estado, con la Iglesia y con
la Humanidad y dedicado a todos los hombres buenos por un fiel masón en el
año 1809. Krause cambió pronto este título por el más corto de La
Alianza de la Humanidad y la Hermandad masónica. La otra obra, publicada
en 1811, tiene por título El Ideal de la Humanidad. Un ensayo,
apareciendo en la portada, debajo del título, «preferentemente para
masones». Este libro se convertiría en el más popular de Krause.
Una lectura de estas obras muestra
con nitidez cómo aquella idea de una “asociación dedicada a la pura y
completa humanidad” se ha convertido en idea clave para la que ha acuñado el
término de Alianza de la
Humanidad (Menschheitbund). La
concepción krausiana de la esencia de la masonería coincide planamente con
Fichte en la idea fundamental de la formación del ser humano «en cuanto
puro ser humano», y también en otros muchos de los puntos de las
lecciones de Fichte. Pero Krause supera a Fichte por dos razones.
En primer lugar, Krause no se
contenta, como Fichte, con «deducir» filosóficamente cuál es la única
finalidad que la masonería puede y debe tener, sino que intenta demostrar a
través de una investigación histórica que «nuestra antigua
tradición escrita reconoce […] como finalidad de nuestro arte la expansión
de una formación general puramente humana».
En segundo lugar, Krause desarrolló sistemáticamente toda una filosofía de
la sociedad y de la historia dentro de la cual situó a la institución
masónica en el puesto que, según él (en coincidencia con Fichte), le
correspondía, mientras que Fichte se limitó a indicar, de una manera muy
general, que ninguna institución de la «gran sociedad» podía ser capaz de
realizar el fin que debía perseguir, por tanto, la masonería. Krause,
va además a dar vida y nombre propio a aquella vaga idea fichteana de una
«única gran alianza». El nombre va a ser el de Alianza de la Humanidad.
Krause elogiaba los «grados de
conocimiento» de Fessler y Schröder, así como la reposición en gran parte
del ritual inglés antiguo. Este esfuerzo era en sí mismo digno de alabanza,
ya que está dirigido a paliar aquellas novedades introducidas tardíamente en
la Hermandad que se han decantado como inservibles. También merecen
reconocimiento esos esfuerzos porque han promovido en Alemania el
conocimiento de lo mejor de lo antiguo y de la antigua historia de la
Hermandad. Pero esos esfuerzos no son suficientes para conseguir un
ennoblecimiento de la Hermandad, ya que aquellas antiguas formas son
incapaces de satisfacer nuestras necesidades actuales. Por lo que toca en
concreto a los supuestos grados superiores, aquello que contiene el ritual
de maestro es tan ajeno a la masonería pura antigua inglesa, y tan indigno
de ella, como lo que pueden contener los grados todavía más elevados; es
necesario mejorar la totalidad, en su doctrina, en su liturgia y en su
constitución tal como lo está pidiendo irresistiblemente el espíritu de la
nueva época de la Humanidad. “La fundación de la Alianza de la Humanidad,
así como el comienzo de su actividad, están en pacífica armonía con todos
los nobles y grandes esfuerzos de esta época y de todos sus hombres
grandes... Sólo la Hermandad masónica está en estrecha relación con esta
gran tarea de la historia de la Humanidad; sólo ella es la institución que
no tiene otro valor ni otro sentido que el de vivir en esa idea”.
La Hermandad, continúa Krause, «es reconocida por mí, conforme a su
fundamento y a su espíritu puro, como el único intento social (gesellig)
hecho hasta ahora (aunque sea un intento limitado en el espacio y en el
tiempo y, hasta el momento, todavía inconsciente) para poner ante los ojos
de los hombres las ideas de la Humanidad, de la vida de la Humanidad y de la
Alianza de la Humanidad, para vivir un espíritu humanista en toda su pureza,
y para preparar en el recinto de templos aislados, guiada por el instinto de
la razón, la Alianza pública y abierta de la Humanidad».
La Alianza de la Humanidad de Krause apunta hacia un ideal de sociedad, cuyo fundamento último es aquello
que une a todos los hombres por encima de sus diferencias (de su ser hombre
o mujer, científico o artista, español o alemán, católico o protestante,
educador o educando...) y que, a la vez, permite y fomenta el desarrollo
pleno de las especificidades diferentes de cada individuo al armonizarlas
orgánicamente dentro del individuo o totalidad superior que es la Humanidad
entera.
La Alianza de la Humanidad habría
de ser la Institución social orientada explícitamente a la realización
comunitaria de esa «pura y completa humanidad», en forma semejante a como la
Iglesia y el Estado son las Instituciones sociales orientadas explícitamente
a la realización comunitaria de los aspectos parciales de la vida humana;
«Religión» y «Derecho» respectivamente. El Ideal de la Humanidad puede
considerarse como el desarrollo concreto y minucioso de todo ese complejo
entramado social coronado por la Alianza de la Humanidad; a modo de
propuesta krausiana de institucionalización de la Ilustración, enraizada en
un tipo de pensamiento «filosófico-masónico». «La Alianza de la Humanidad
ha de proporcionar (a sus miembros) aquella educación y formación general y
puramente humana por la cual el hombre se hace verdadera y plenamente
hombre; por la cual llega a la excelencia equilibrada, armónica y
verdaderamente orgánica de todo su ser».
En la primera mitad de la primera
parte de La Alianza de la Humanidad y la Hermandad masónica,
trata su autor que las instituciones entonces existentes en la sociedad no
llenaban todo el destino humano, pues faltaba una que tuviese como finalidad
el fomento de lo puramente humano en cada individuo. Krause pasa revista a
la familia, la amistad, el «comercio social libre», el pueblo, la
ciencia, el arte, la religión, el estado… para concluir que «la primera
imperfección, el lado común negativo de las esferas hoy activas de la
sociedad humana, (es) que ninguna de ellas toma todo el hombre como objeto
inmediato de educación».
En la segunda mitad de la primera
parte de La Alianza de la Humanidad y la Hermandad masónica, trata ya
directamente de la Alianza de la Humanidad. Todos los hombres, por el puro
hecho de serlo están llamados a pertenecer a esa Alianza, para que «cada
uno viva con toda fuerza esa idea, tanto dentro de sí mismo como en todas
sus relaciones; par que viva según las leyes y el espíritu de esa idea de la
Humanidad, y en el amor a ella; para que piense, siente y actúe de buen
grado, gozosa y desinteresadamente, movido por ese espíritu». A ello ha
de ayudar una «liturgia», que la Alianza ha de establecer y ejercer
como «un medio educativo de la Humanidad». «La Alianza de la
Humanidad es la única que puede… impartir una educación puramente humana».
La correspondencia de fondo con las ideas de Fichte no puede ser más clara.
De la segunda parte de este escrito inacabado pensaba Krause desarrollar,
«de una manera detallada y desde todos los puntos de vista, la relación de
la Hermandad masónica con la Alianza de la Humanidad».
Como filósofo y como masón quería Krause impregnar a la masonería alemana de su tiempo de las ideas centrales
de la Ilustración; un espíritu universalista que estuviese por encima de los
nacionalismos estrechos, el reconocimiento jurídico de la igualdad de todos
los hombres por el puro hecho de serlo, una constitución republicana en la
vida política, y la supresión de toda tutoría eclesástico-dogmática sobre
los individuos.
Krause cree haber descubierto que
la Hermandad masónica es el principal germen de la Alianza de la Humanidad,
porque es la única Institución social que, ya desde sus orígenes históricos,
tiene como única finalidad y razón de ser la realización de aquella “pura y
completa humanidad”, de aquella unidad armónica que respeta y plenifica las
especificidades de cada uno de los individuos que la componen. De aquí
entonces la relevancia histórico-universal de la masonería para Krause,
poniendo así la primera condición para una renovación.
Krause encontró una parcela de
terreno ya abonado dentro de la misma Hermandad masónica alemana. En las
décadas de los años sesenta y setenta del siglo XVIII «se había originado en
ella un caos general», reflejado en el predominio de los grados superiores,
del secretismo, y sustentado en gran parte por el señorío de la llamada
Estricta Observancia. Esta última había recibido un golpe de muerte en el
Convento de Wilhelmsbad de 1782, fundándose al año siguiente (1783) la
Alianza Ecléctica
con el objetivo de ir saliendo de aquella
triste situación. Cuando Krause se inicia en Altenburg en 1805 existían así
ya algunos círculos que luchaban por reformar la masonería alemana en
direcciones que coincidían en puntos importantes con su propia intención:
crítica del secretismo, crítica de los grados superiores, impulso de una
auténtica investigación científica de la historia y naturaleza de la
masonería, cuyos resultados habrían de ser guías de reformas. En una
palabra: insistencia en el carácter moral, humanista y universal de la
masonería, y en la necesidad de reformar una Hermandad que se había desviado
notablemente de esos ideales originarios; o, dicho de otra manera,
insistencia en la necesidad de volver a la pureza de la masonería inglesa.
Entre los nombres más importantes
para Krause, dentro de aquel aterreno abonado, hay que destacar los de
Lessing y Herder, entre los que le precedieron, y los de Fessler, Schroder y
Mossdorf, junto al ya mencionado de Schneider, entre sus contemporáneos más
directos. Krause perteneció en Dresden a la Liga
de masones científicos y a la
Liga histórica,
fundadas respectivamente por Fessler y Schroder.
Consecuencia de los desastres de
las guerras de Napoleón, también escribió un Proyecto de una alianza
europea de Estados, como base de una paz general y como medio jurídico
contra cualquier ataque a la libertad interior y exterior de Europa,
publicado en 1814.
Pero sin duda, su obra más
importante son Los tres documentos más antiguos de
la Hermandad masónica
que se publicó en varios volúmenes entre
1810 y 1849. El tomo primero de la 2ª ed. comienza con un largo prefacio de
sesenta y dos páginas, en el que Krause desarrolla sucintamente la idea de
la Alianza de la Humanidad en su relación con la idea y la historia de la
masonería y de la Hermandad masónica, y comenta sus propias relaciones con
esta última. Le sigue un Catecismo sobre la esencia y finalidad de la
masonería y de la Hermandad, elaborado por el mismo Krause. Después vienen
varios trataditos sobre el secreto masónico, los símbolos fundamentales de
la masonería, los símbolos secundarios, la liturgia y la Constitución de la
Hermandad. A continuación viene el tratamiento de los dos primeros
“documentos más antiguos”, cuyos largos títulos recojo. Primer documento: El
catecismo más antiguo sobre origen, esencia y finalidad de la Hermandad
masónica, que se conserva en el año 1696 en la Biblioteca Bodleiana de
Oxford según una copia manuscrita del Rey Enrique VI, y que también se le
llama corrientemente el “juicio masónico”o el “examen masónico”. Segundo
documento: “La Lección del aprendiz o Lección de recepción más antigua y
original, transmitida por un uso ininterrumpido de las logias y todavía
ahora usada en gran parte en las logias inglesas del sistema antiguo, que
corrientemente se llama “el acta más antigua de recepción a la masonería” o
también “el catecismo mas antiguo de aprendiz”. Krause reúne en torno a
estos dos “documentos más antiguos” infinidad de material documental
auxiliar, así como nuevos trataditos suyos.
El segundo tomo de la 2ª ed. se
abre con un tratadito nuevo sobre el secreto, y, tras otras cosas, comienza
el tratamiento del Tercer Documento: “La Constitución de York del año 926”.
Después recoge una verdadera colección de diversas Constituciones masónicas,
para continuar con nuevos y nuevos materiales documentales y comentarios
suyos. Los materiales recogidos y comentados por Krause no sólo se refieren
a documentación estrictamente masónica, sino también se encuentra entre
ellos abundante material relativo a las corporaciones y colegios romanos, a
escritores latinos, a los caldeos, a los orígenes de la Arquitectura gótica,
etc. El conjunto de la documentación contenida y/ o comentada a lo largo de
los dos tomos es realmente impresionante.
La obra de Krause conmocionó al
mundo masónico alemán. Al poco de su aparición Heinrich Zschokke, un masón,
escribe en Miszellen für die neueste Weltkunde un articulo con el
título de “El intento de Karl Christian Friedrich Krause de suprimir la
Orden de los masones y crear una Alianza de la Humanidad”. Esta conmoción va
en aumento hasta llegar a la exclusión de Krause, y de su compañero Mossdorf,
de la logia a la que pertenecían juntos decidida el 17 de diciembre de 1810,
constituyendo “una página negra en la historia de la masonería… una tragedia
masónica”.
La actividad reformista de Krause
y Mossdorf les había creado enemigos entre algunos masones. La gota de agua
que desbordó la copa llegó en octubre de 1809 con el anuncio de Mossdorf de
la próxima publicación de Los tres documentos más antiguos de Krause.
La Logia de las Tres Espadas acogió favorablemente ese anuncio, pero
comenzó muy pronto a recibir protestas de otras logias, que sospechaban que
el libro de Krause era infiel y traidor a la masonería, pues “con su
publicación revelaría ciertamente a los profanos, y a los masones más
jóvenes, demasiadas cosas”. Consumada la expulsión, tres respetables
Hermanos (Riquet, Meyer y Burkhardt), en indignada señal de protesta contra
la injusticia cometida, abandonaron para siempre la logia.
No obstante, hay abundante
testimonio histórico de la buena relación de Krause, durante toda su vida,
con distintos masones y con diversas logias. Una de las muestras de esto
último puede verse en la disposición de algunas logias a recibirlo en su
seno. Por ejemplo, el mismo Krause escribía a su padre en abril de 18 14
durante su estancia en Berlín: «Los masones de aquí no parece que me
persigan, sino más bien inclinados a admitirme de nuevo; se me han hecho
insinuaciones en tal sentido, incluso personalmente por parte de un Gran
Maestre».
La masonería alemana rehabilitó póstumamente a Krause. En el primer
centenario de su nacimiento los masones le erigieron un monumento en su
ciudad natal. El 21 de marzo de ese mismo año 1881 la logia de las Tres
Espadas revisó el proceso que había concluido con la expulsión de
Mossdorf y Krause de modo que el secretario de la logia, Hermano Klotzer,
cerró el acto con las emocionantes palabras: «Krause y Mossdorf fueron
entonces alejados de la logia por tiempo indefinido: ¡Ea! el tiempo se ha
cumplido, volved de nuevo al seno de los Hermanos!». Krauser y Mossdorf
fueron entonces inscritos en el Libro de Oro de la logia. Y en el 150
aniversario (1931) la Revista mensual de la Gran Logia de Prusia Am
rauhen Stein publicó un artículo conmemorativo en el que su autor, el
Hermano Trommsdorf, calificaba a Krause como “el mayor pensador y
configurador de la filosofia masónica”.
Pero ¿cuál fue la postura de Krause frente a la masonería? ¿Cómo reaccionó personalmente ante la
injusticia del proceso? En un texto, escrito lo más pronto en el año 1815,
Krause nos da un testimonio personal bien elocuente: “Los años más hermosos
de mi vida los he vivido en y con la Hermandad masónica”. Numerosas cartas,
así como noticias que aparecen en sus restantes escritos, no dejan lugar a
dudas de que Krause siguió todavía durante muchos años trabajando en el
estudio de la masonería con la intención de impulsarla a dar el paso hacia
la Alianza de la Humanidad, y que esos esfuerzos encontraron eco en algunas
logias y en algunos masones señalados. La biografía y la bibliografía
masónicas de Krause, desde la exclusión de Dresden hasta su muerte, nos
siguen confirmando la relación inseparable que une al Krause masón con el
Krause filósofo en el crisol de la Alianza de la Humanidad.
Ejerció una gran influencia en el
mundo hispanohablante, tanto en España como en Hispanoamérica, a través de
la divulgación de sus doctrinas por parte de Julián Sanz del Río y la
aplicación que hizo de ellas su fiel discípulo Francisco Giner de los Ríos,
quien las utilizó en la muy prestigiosa y renovadora Institución Libre de
Enseñanza; y en la propia Alemania lo hizo, sobre todo, por medio del
pedagogo Friedrich Fröbel.
Extractado de: Enrique M.
Ureña, “Los tres documentos más antiguos de la Hermandad Masónica de Krause”
(Universidad de Comillas), en J. A. Ferrer Benimeli (coord.), Masonería,
Política y Sociedad. Actas del III Symposium de Metodología aplicada a la
Historia de la Masonería Española, Zaragoza, 1989, Vol. I, pp. 419-428.
Extractado de: Enrique M.
Ureña, “Masonería y Pensamiento: Krause”, en J. A. Ferrer Benimeli (coord.),
La Masonería en la España del siglo XIX. II Symposium de Metodología
aplicada a la Historia de la Masonería Española, Valladolid, 1987, Vol.
II, pp. 589-606.
Extractado de: Enrique M. Ureña (Universidad Pontificia de Comillas), "Pensamiento universalista
masónico e ilustración", en Pedro Álvarez Lázaro (coord.), Maçonaria,
egreja e liberalismo. Masonería, Iglesia y Liberalismo, Actas da Semana da
Faculdade de Teologia, Porto, 1994, Porto-Madrid, 1996, pp. 62-71.
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